Según el Kamasutra, el encuentro amoroso debe caracterizarse por la espontaneidad, por una pasión arrebatadora y por una entrega total, sin ninguna preocupación por refrenar los impulsos eróticos, sean los que sean.
Esta invitación a las exaltación de los sentidos, traduce con relativa fidelidad la atmósfera sensual creada por la visión de las incomparables esculturas que adornan las paredes de los templos hindús de Khajuraho y Konarak.
¿Qué más tiene que enseñarnos el Kamasutra?
Casi 1600 años después de Cristo, el Kamasutra tuvo su primera traducción en occidente a través del inglés Sir Richard Francis Burton, uno de los grandes estudiosos y exploradores del siglo XIX, responsable también de la traducción al inglés de “Las mil y una noches”. Burton quiso introducir en occidente la sabiduría sexual de los viejos manuales orientales sobre el arte del amor. Se arriesgó a ser procesado y encarcelado por traducir e imprimir secretamente el Kamasutra de Vatsyayana (1883), Ananga Ranga (1885) y Los Jardines Perfumados del Jeque Nefzaoiu (1886).
Según la tradición, el autor del Kamasutra, el bramán Vatsyayana, considerado el principal maestro de la literatura erótica hindú, escribió el libro bajo la inspiración directa de los dioses. En su obra expone y analiza minuciosamente las costumbres sexuales de numerosos pueblos de la India. En la parte de la unión sexual, por ejemplo, describe, entre otras cosas, los tipos de esta clase de unión, de abrazos, de besos, de pellizcos, de marcas, de arañazos, de mordiscos, e incluso hasta varias formas de pegar y los sonidos que les son propios.
Publicado clandestinamente en la represiva era victoriana, el libro despertó una curiosidad enorme y se difundió rápidamente por todo el mundo occidental, siempre acompañado por un aura de prohibición que lo hacía todavía más atractivo. Hoy es considerado como un manual de iniciación a las sofisticadas prácticas eróticas de oriente y continúa siendo hojeado por muchas personas ávidas de nuevos alicientes sexuales.
La ornamentación de los templos hindús causa extrañeza en los visitantes occidentales, que muchas veces los pone en un apuro ante lo que ellos consideran obscenidades (la visión de cuerpos totalmente desnudos y de escenas muy eróticas representadas con todo detalle). Cualquiera que sea el término utilizado, es un hecho el que los orientales no consideran su arte erótico como pornográfico, en el sentido popular con que se usa este término en occidente.
Según las enseñanzas del Kamasutra, el sexo es un camino hacia el amor y la felicidad, y es considerado como un pilar básico de la vida. También es un hecho religioso en la medida que da continuidad al ritmo divinamente establecido de creación y destrucción.
La mentalidad occidental se resiste a la idea de que la espiritualidad pueda manifestarse por medio de representaciones eróticas. Para el occidental del siglo XIX, el simple conocimiento de la existencia de un manual erótico como este, llegó a ser motivo de escándalo.
Todavía hoy la obra despierta una inusitada curiosidad en occidente. Para los oídos y ojos occidentales desacostumbrados a la glorificación del erotismo, los versos e imágenes que contiene el Kamasutra despiertan inicialmente una sensación de algo prohibido. A este primer impacto sigue el descubrimiento (en una mezcla de sorpresa y deslumbramiento), de unos valores estéticos desconocidos, evocados por la visión de formas refinadas que revelan los recursos del arte del amor.
J.D.
Sexólogo